Al tomarnos una composición la energía implícita en las flores irá actuando y armonizando, primero los estados emocionales más desequilibrados y, como si fuéramos quitando capas de una cebolla, llegaremos al origen del desajuste emocional. Una vez que las emociones vuelvan a un estado de armonía, el mismo cuerpo recuperará su homeostasis natural y ello contribuirá a su sanación espiritual, mental y, por ende, física.

Tenemos en cuenta al individuo y no a la enfermedad. De hecho, si observamos, antes de que aparezca el síntoma físico, la persona habría modificado anteriormente comportamientos y pequeños cambios de humor.

“La personalidad sin conflicto es básicamente inmune a la enfermedad”.

Una personalidad bien integrada sabrá arreglárselas de forma equilibrada para hacer frente a los problemas de la vida y salir de ellos con mayor sabiduría.

¿Cómo podemos conseguir este equilibrio emocional?:

  • Buscar en nosotros mismos los defectos que poseemos y que nos hacen luchar contra los verdaderos dictados de nuestro ser.
  • Procurar eliminar los desajustes emocionales que nos impiden alcanzar nuestros propósitos simplemente desarrollando las virtudes opuestas, el amor vence al odio…
  • Cultivar momentos de meditación en nuestro día a día. Es en ese tiempo de paz cuando a nuestra alma le es más fácil comunicarse a través de la intuición.
  • Volver a interesarnos por nuestra vida casi como si empezáramos una relación de amor hacia nosotros mismos olvidándonos del aburrimiento y la apatía de quien cree tenerlo todo hecho.
  • Y olvidar los miedos que sólo conducen a aislarnos, empobrecer nuestro espíritu y dejar de disfrutar de esta existencia.

Nuestra victoria sobre la enfermedad dependerá de:

  • Tener conciencia de la Divinidad que hay dentro de nosotros y nuestro poder de superar las adversidades.
  • Saber que la causa básica de nuestra enfermedad obedece a la falta de armonía entre lo que nuestra alma necesita y lo que nosotros, siguiendo deseos y caprichos de nuestro ego, hacemos.
  • Tener la voluntad, la capacidad y el propósito de descubrir el defecto que causa semejante conflicto.
  • Suprimir ese defecto desarrollando la virtud contraria.
  • Aunque las flores constituyen por sí mismas un perfecto y completo tratamiento terapéutico por su versatilidad pueden incorporarse a otras terapias potenciándolas y haciendo un trabajo de fondo.

Si una flor no es correctamente diagnosticada, simplemente no encontrará ninguna resonancia vibracional y no tendrá ningún efecto.

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